La nueva entrega de la serie parodia la noche de San Juan
El anacronismo en Carreiro no es accidental, sino buscado. Las adolescentes del Castro de Baroña enloquecen por un grupo de musculosos cantantes portugueses y los ancianos colapsan con sus achaques las urgencias del hospital. "Los personajes son tratados desde el punto de vista actual", reconoce el dibujante. En la última entrega de Os Barbanzóns, Carreiro retrata con tono de humor la fiesta en torno a las cacharelas. "Los cristianos fueron siempre muy hábiles poniéndoles nombres de santos a las fiestas de toda la vida", apunta el autor en el álbum. A noite das cacharelas contiene, como los anteriores títulos de la serie de Os Barbanzóns, 48 páginas de parodia sobre la enfermedad, la vejez, el amor o la familia. Los castros que resisten a la romanización son el escenario desde el que Carreiro se burla del presente. Su primer álbum, Baroña ou morte, retrata la obsesión de los líderes del poblado por ser atacados y conquistados por los habitantes de los castros vecinos. El tema, cuenta Carreiro, no fue casual: meses antes, Estados Unidos había iniciado la invasión de Irak. Os Barbanzóns dudan de su filiación, castreña o celta -cuyos vínculos representa Guinness, la esposa irlandesa, y nostálgica, raptada por el hijo de la matriarca del clan- y celebran el Samaín, la hoy rescatada fiesta celta de la noche de Difuntos.
Os Barbanzóns, al contrario que los célebres Bolechas, no son cómics para niños. O, por lo menos, no para los más pequeños. Carreiro los recomienda para mayores de 12 años. Pero para los que comienzan a leer existe otra serie, Os pequenos Barbanzóns. Los de Baroña, como Astérix y Obélix, sufren la amenaza romana, aunque el autor rechaza todo parecido con el célebre cómic francés. "En este álbum he tratado de apartarme del todo. El tipo de humor es totalmente diferente".